17.9.11

2009 - Unas ramas movidas por el viento (Mención a la Faja de Honor de la Soc. Argentina de Escritores 2010)

























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J.M.W. Turner — Sun setting over the lake — Tate Gallery, Londres.
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Unas ramas movidas por el viento
   
Editorial Vinciguerra
 
Uno de los más reconocidos y transparentes líricos de la poesía argentina actual, Osvaldo Rossi, da cuenta en este libro de un proceso de decantación  y ahondamiento digno de ser estudiado, además de saludado. Se trata de un fenómeno por demás interesante acerca de su evolución personal pero que acaso revela, a la vez, rasgos de una posible tendencia emergente en el sentimiento de esta época: para nada el lírico deja de serlo pero asume cada vez más un cariz reflexivo, como obedeciendo ahora a la necesidad de “cantar con fundamento”, afán tal vez prefigurado en inquietudes que antes fructificaron, por ejemplo, en una sugestiva compilación de meditaciones sobre el hecho poético, reunida en el ensayo Las palabras que conmueven, aparecido hace un par de años.
Unas ramas movidas por el viento son obviamente los hombres y a la aventura de éstos está dedicada la primera parte del libro, saga sobre la naturaleza ambigua y sufriente que nos ha sido dada. Del caos, del trastorno, surge la trascendencia y la hermosura que buscan amparo. Este trance y el subsiguiente desemboque en esplendores humildes se convierten, en este poeta notable, en una cadencia regular y conmovedora de exposición racional, metáfora convocante y remate en que se centra el mensaje, y que es como un poema dentro del poema. Rossi dice, ahí, que “un fantasma vaticina / los zarpazos de la noche”, o bien que “el destino ha perdido su arrogante distancia. / Y ahora somos muchedumbre”, o sino, que “somos lo que no somos / lo que intentamos ser”. Este es su tributo.

                                                                                              Fernando Sánchez Zinny
                                                   “Desde Boedo” – Nro. 93 – Febrero 2010



Algunos poemas:


INTERMEZZO

Hay un tránsito entre el golpe y la herida,
una huella fugaz,
una línea que se desvanece.
La frontera entre el viento de otoño
y una hoja que se resigna indefensa.

Es el tiempo entre el dolor y su lágrima
entre el sueño y las manos del orfebre.
Es un paisaje delgado, estremecido,
la fisura de un reloj
que se pierde entre dos mundos.

A un lado están la tierra y la semilla.
Al otro
                        el flujo interminable.


CEMENTERIO DE AUTOMÓVILES

Yacen unos sobre otros
en la desolación del olvido.
Mutilados, víctimas de vejámenes,
enfermos de óxido y huracanes de polvo,
se arrumban en la frontera,
en el confín más lejano.

Ya nadie puede mitigar la sed,
no hay miradas codiciosas
ni reluce la pintura.
Algunas veces,
las sombras arrebatan sus vestigios
y corren a venderlos
al precio de mercado.

Una grúa los apila
y quedan solos en la multitud,
despojados de las voces.
Se van muriendo en silencio,
de a golpes certeros, de a pedazos,
con violencia inmerecida,
sin reproche.

La memoria es otra llaga,
otra máquina impiadosa.


LUZ QUE PERSISTE

Peregrinos del ocaso,
entonamos canciones a la sombra.

Y siempre habrá hidras, toros,
medusas y dragones,
ángeles que exterminen los pecados del mundo.
Habrá cíclopes, fantasmas,
mensajeros de la muerte.
dioses que aguarden el momento de vengarse.

Siempre habrá cielos por conquistar,
abismos donde caer,
caricias que el amor escriba en cada gesto.
Y cántico de sirenas, plegaria de serpientes,
rumor de cascadas,  tumulto de himnos,
fragancias que perduren en medio de la noche.

Los cantos a la sombra
son sellos en el agua.

Un ocaso no puede suprimir madrugadas.


UNA MUJER


Está aquí, desde hace tiempo.

Perdura como el olor de la madera

como el sonido de los trenes

la esperanza

como los rayos solares

las fases de la luna, el asombro.

Ella tiende a quedarse
a hospedarse cómodamente.
Y es como un remanso
un conjunto de cisnes en la orilla del río
una noche pacífica, inviolable.

Ella a veces se inquieta
y tiembla, la sacuden estertores
y entonces hay viento, lluvias, represas vencidas
el agua sube y hay inundaciones
cielos de lava y piedras ardientes
palabras que incendian todo lo que tocan.

A veces, está lejos.
Es una isla en el mar de otro planeta
un terreno inhallable en cualquier mapa
un vapor silencioso
apenas
la intuición de una presencia.

Y sin embargo, está aquí
en todos los rincones
en mis huesos
a mi alrededor.

Porque ella se queda.

Ella perdura.